18/12/2018
Había pasado el segundo partido de la serie final de la Liga Sudamericana y una foto en particular resaltaba del resto. Ese gesto con los puños apretados, lágrimas en los ojos de don Zoilo, representaban el sentir de miles de hinchas de Instituto.
“Yo soy nacido a cuatro cuadras de acá, toda mi familia ha sido hincha de Instituto”, comienza la charla. “Desde 1974 no falté ningún partido y yo era un apasionado por las bochas entonces me pasaba ahí mis días. Fui incondicional”.
Sus ojos reflejan ese dolor de haber estado tan cerca de un logro internacional pero también ese amor por Instituto. Esa mezcla de locura con incondicionalidad que nosotros conocemos. “Para mi Instituto es la vida, con 75 años ya no puedo pretender una vida de joven, me queda esta. El jueves y viernes dejé media vida en la tribuna”.
“A partir de que empezó el provincial comencé a venir más seguido, mi hijo es preparador físico y me metió al mundo del básquet. Una vez que entrás al Sandrin sintiendo la camiseta, no te vas más”, contaba sobre sus años de aliento en el básquet.
“Cuando vi la foto no me acuerdo cuando fue, lo sufro, tengo tanto apego con Instituto que lo siento así todo el tiempo, tengo que tomar una pastilla antes de venir”, relata entre risas sobre su tan comentada foto.
Don Zoilo fue uno de los primeros en entrar el lunes al Sandrin para alentar a Instituto en la primera fecha de la Liga Nacional. Con el dolor de no haber festejado el viernes pero sabiendo que este amor no se termina por un partido. Y ahí seguirá, en su lugar como hace tantos años acompañando al equipo y festejando junto al amor de su vida.