José Ignacio Sereno: “Soy socio de Instituto porque es la manera de pertenecer y de participar”

07/08/2020


Participó de la publicación Cien Años de Gloria, el libro del Centenario Albirrojo y está perdidamente enamorado de Instituto. 

José Ignacio Sereno tiene 27, pronto a cumplir 28 años: “Soy periodista deportivo, abogado y socio de Instituto de manera ininterrumpida desde el 9 de agosto de 2011 (Socio Nº 72884-00). Y desde que tengo uso de razón, Instituto maneja mis estados de ánimo”, arranca contando el glorioso.

José es hincha de Instituto desde los cuatro años: “Por insistencia de mi padre Omar, y de mi tío Oscar quienes me llevaban a la cancha. El primer partido que presencié en el Glorioso Templo fue una victoria por 1 a 0 en la temporada anterior a la del ascenso de 1999. Me acuerdo que era viernes por la noche, pero no recuerdo el rival… Por los testimonios de mi tío, que fue el que me llevó, al gol lo hizo el gran ‘Carucha’ Corti. De parte de unos primos y tíos por parte de mi mamá tenía presiones para ser de Belgrano, pero la influencia del viejo pudo más, y he jurado con Gloria morir. Me he bancado estoicamente cargadas de mis compañeros de otros cuadros cordobeses, y ser el único glorioso del curso, o del trabajo. Pero a Instituto Atlético Central Córdoba lo amo”, narra el albirrojo.

Vive en barrio San Martín desde que tiene memoria, y practica religiosamente el rito de ir a la cancha: “Salvo en aquellos contados partidos que no puedo por superposición de horarios, procuro estar siempre. Voy en colectivo, o caminando, o en auto, dependiendo el día y la ubicación donde me encuentre”, cuenta José.

Sus gustos futboleros: “Jugadores que vistieron la casaca albirroja he visto muchísimos, y llevo registros en papel de todos, y de todas las campañas, las que también las tengo en archivos digitales (Word, Excel, etc). También los llevo en mi cabeza, y tengo parte de mi disco duro dedicada a los grandes jugadores, y otra a los “bagallos”. Los futbolistas que más disfruté ver en cancha han sido Claudio Sarria y Santiago Raymonda. Dos exquisitos volantes creativos, con mucha llegada al gol, remate de larga distancia, y proveedores de excelentes asistencias. Y mi ídolo máximo de la infancia, el gran Daniel Ángel Jiménez, el de la tribuna de Calderón de la Barca. El tipo que te hacía creer que se podía saltar a alturas imposibles, uno lo veía y parecía que se paraba sobre un banquito invisible de esos que hay en los bares… ¡De lo contrario no se explica cómo el tipo llegaba a cazar todos los centros que le tiraban!”, narra José.

Su opinión sobre el básquet albirrojo: “Es una feliz apuesta que se convirtió en una realidad. Ver que tu club posee muchas disciplinas, y que en una de ellas logra jugar finales por campeonatos nacionales e internacionales es algo que no tiene precio. Y el ascenso contra Ferro en 2015 lo disfruté muchísimo, por los nervios que pasé viendo ese partido en una netbook, un viernes por la noche. Fue un tremendo desahogo”, cuenta José.

“En mi familia, como ya dije, los gloriosos somos mi papá, mi tío, mi hermano Luciano, y yo. Mi abuela Florencia, que en paz descanse, veía los partidos conmigo más de una vez, y me hacía el aguante cuando el equipo no respondía. No me olvido más de un partido que vimos por televisión contra Rosario Central en 2013, cuando lo vio a Encina con la camiseta del rival, lo reconoció y me dijo: “ese morochito jugaba en Instituto el año pasado, hizo un gol como a los 15 segundos”. Ochenta y dos años tenía la abuela ahí, y se acordaba de un gol que vio por TV un año atrás, en un partido tan recordado como fue ese 3-0 al club rosarino en 2012, en el equipo de Franco, Dybala, Chiarini, Damiani y compañía”, dice el glorioso.

Partidos en la cancha recuerda muchísimos: “A algunos por ser grandes partidos, a otros por ser muy malos. Y me acuerdo hasta lo que hice el fin de semana en el que se jugó. Por ejemplo, cuando empatamos con Talleres 1-1 en 2014, la noche anterior fui a una peña de Los Manseros Santiagueños y Raly Barrionuevo. O tantos partidos los viernes por la noche que a la salida me dirigía al Sargento Cabral a ver a La Mona Jiménez. El partido que más me gustó en el Monumental es difícil de elegir, y estoy entre el 3-1 a Boca en 2005, y el 3-2 a Almagro en el mismo año. Pero opto por el segundo. Porque nunca lloré tanto de emoción en una cancha como ese día. Tenía doce años, iba a 2do de la secundaria, y con esa derrota 0-2 parcial parecía que Instituto no la contaba en junio, y el descenso parecía inevitable. Pero las guapeadas de Barone, la velocidad de Peralta, la desfachatez de Raymonda y la potencia goleadora del Miliki y de Josemir Lujambio hicieron posible un milagro. Y me hicieron emocionar”, narra José.

Lo que más le gusta de Instituto: “Es lo que representa. Es un club totalmente distinto a los demás, que requiere una fuerza de voluntad y un temple mayor. Alta Córdoba es prácticamente una república, y el arraigo de Instituto con el barrio es muy fuerte. Ir a Alta Córdoba para mí es un sacramento. Ser de Belgrano o de Talleres parece más fácil. Levantas una piedra y de abajo sale una camiseta celeste o una azul y blanca. Pero cuando encontrás alguien de Instituto, te sentís hermanado con ese alguien. Y como supuestamente Instituto “no vende”, a los pibes que crecen siendo gloriosos se les hace más complicado, ya que el diario no le da tanto espacio, hay cartucheras, vasos, lapiceras, todo el merchandising de los otros dos, de River, de Boca, pero a veces el de Instituto brilla por su ausencia. Y si el equipo no juega en Primera, es más difícil aun. Regresar a la máxima categoría es una necesidad, pero para eso hay que hacer las cosas bien, hay que ser un club serio y ordenado. Cambiar el plantel casi entero cuando termina una temporada y empieza otra claramente no es la forma”, opina el albirrojo.

Su sentido depertenencia: “Soy socio de Instituto porque es la manera de pertenecer y de participar. Siendo socio he dado una mano en todo lo que he podido, sea ligado a lo comunicacional y a lo político. Si no sos socio, te estás perdiendo lo mejor que tiene un club como el nuestro, y la mejor forma de cambiar aquello que no te gusta es estando adentro, y no criticando en redes sociales ni peleándote con el que piensa distinto”.

“En el año 2018 participé en el libro del Centenario Albirrojo, la publicación Cien Años de Gloria, que hoy se sigue vendiendo en la sede del club, junto a un grupo de socios y amigos locos por los colores, tan locos como uno. Francisco Manzano, Gianni Vildoza, Sol Ávila, Chelo Meloni, Vero Sánchez, Caro Torioni, Vanina Di Fiore, Roberto Martin, Celeste Pérez, Nico Grassi, Eli Álvarez, y espero no olvidarme de ninguno… Son algunas de las maravillosas personas que me ha dado la Gloria, como también lo son mis amigos de cancha Facu Frigola, Fabri Villarreal, Eze Alemano, Pato Areco y Mati Manzanel. Llegué a formar parte de quienes escribieron el libro a través de Chelo Meloni y Sol Ávila, quienes se contactaron conmigo porque me conocían y sabían de mi gusto por escribir y de mi pasión por Instituto. Publicar ese libro en la semana del 3 al 10 de agosto de 2018 y recibirme de abogado en ese mismo lapso, hizo de esos días los más felices de mi vida”. José Ignacio Sereno, un Fanático de La Gloria.

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