13/06/2020
Nicolás nació en barrio en San Martín, pero hace varios años que vive en Alta Córdoba. Tiene un hermano, Ignacio; su mamá es Laura y su papá es Guillermo.
La historia de Nico: “Mi papá es hincha, iba a la cancha cuando era joven, hasta viajó al ascenso en Buenos Aires, pero yo me fui haciendo hincha solo, a medida que fui conociendo lo que era Instituto. Fue en el año 2003 cuando fui por primera vez a la cancha. Tengo 22 años”, narra el albirrojo.
Nico jugó al básquet en La Gloria: “Jugué en instituto, desde los 4 años hasta los 17, primero mis viejos estaban buscando para que haga algún deporte, probé en fútbol y en otros lugares pero no me gusto tanto, luego se les ocurrió básquet en Instituto. Empecé por mosquitos, pre mini y mini. Luego del mini basquet, jugué en sub 13 y sub 15”, cuenta Nico.
El presente del básquet lo alegra mucho, porque fue jugador en Inferiores y como hincha siente orgullo: “Estoy feliz de ver todo lo que logramos, vi jugar a Instituto en el Sandrin ligas cordobesas, con las tribunas con poca gente, y ahora ver jugar a Instituto una final de Sudamericana y de Liga Nacional es increíble, espero que sigamos así”, narra Nico.
Su pasión por la disciplina: “Yo sigo al básquet desde que lo empecé a practicar a mis 4 años. Ligas Cordobesas, Federal, TNA, me acuerdo de viajes a Río tercero, ir a las canchas de Córdoba, las finales en cancha de Hindú, en el Sandrin, y también unos partidos en San Francisco contra San Isidro, que eran partidos bastantes duros. Y ahora por suerte puedo seguir disfrutando al básquet en la máxima categoría, con la cancha llena y con la gente disfrutando del glorioso cordobés”, cuenta Nico.
La Gloria, un sentimiento que lleva en la piel: “Instituto, además de la pasión y la locura que yo siento en la cancha, es mi casa, es mi familia, mi vida es Instituto, crecí dentro del club, haciendo amigos, jugando, conociendo todos los deportes, en Instituto somos felices con mi familia, desde chicos. Yo iba temprano al club cualquier día, entrenaba, después capaz iba a ver vóley, yudo o lo que sea, jugábamos por todo el club con mis compañeros, a la noche si había partido ahí estábamos, básquet, fútbol, futsal, lo que sea, a veces limpiaba la cancha en los partidos en el Sandrín solo por ayudar al club. Instituto me vio y me ayudó a crecer, me dio amigos me dio otra familia, Instituto es mi vida.
Las anécdotas de Nicolás son miles, tantas tardes de Gloria, atravesando este gigante de corazón humilde que es Instituto: “Tengo muchas anécdotas por tantos años y horas que pase en el club, me divertí tanto de chico en instituto, jugar al básquet, pasar la tarde jugando por el club, todos los veranos en la pileta del club con los amigos que Instituto me dio, los viajes para los encuentros de básquet, o los torneos provinciales. Tengo una anécdota no tan linda en ese momento pero ahora uno la recuerda riéndose: jugábamos un Final Four de Provincial en Río Tercero, habíamos perdido contra Unión eléctrica, ganamos contra 9 de Julio y teníamos que ganarle a Atenas para salir segundos y poder jugar el Nacional. Partido durísimo contra Atenas, y en los segundos finales, estábamos perdiendo por uno y la última posesión era nuestra. Después del minuto pedido por nuestro entrenador, en ese momento Claudio Sposetti, nos arma la jugada y volvemos a la cancha, atacamos y el que tenía que tener el último tiro de mi equipo fue muy defendido y termina pasándome la pelota a mi a falta de 2 segundos más o menos, hago el tiro casi sin mirar por el poco tiempo que quedaba, y lo fallo. Perdimos y no pudimos pasar al Nacional… Llore como nunca, y me abrazaba con mis compañeros todos llorando, lo lindo fue ver como todos estuvimos juntos, me bancaron y nos apoyamos entre todos. Y gracias a Dios hoy día sigo contando con esos amigos que Instituto me dio”, narra Nico sobre una anécdota que no terminó con final feliz en lo deportivo, pero si en lo formativo y en lo importante de los grupos unidos como una familia. Porque en la vida se gana y se pierde, pero los amigos y el club seguirán estando siempre.
Nico es socio, y lo cuenta con entusiasmo: “Soy socio desde el 2003 cuando empecé basquet, primero lo pagábamos porque era la condición para jugar al básquet, luego entendimos lo que significaba ser socio y lo importante que era, aportar nuestro granito de arena al club que nos hace tan feliz, para seguir creciendo y para lograr cada vez más cosas. Ser socio es nuestra identidad, nuestro compromiso y mayor muestra de lealtad al club”. Nicolás Peralta Oviedo, un fanático de la Gloria.