11/06/2020
Tiene 66 años y vive en Florencio Varela, es arquitecto y tiene hermosos recuerdos de su niñez en Alta Córdoba y en Bell Ville, donde jugó contra Kempes. También del Monumental, siendo jugador de las Inferiores de Instituto en 1968 y pudiendo difrutar a Hugo “Tula” Curioni.
Rodolfo se crió en el barrio Alta Córdoba, cerca de la plaza Rivadavia y del Monumental: “Yo vivía en Jerónimo Cortés y Fragueiro. Con los pibes del barrio jugábamos en la cortada atrás de las vías. y obviamente íbamos todos al club. Iba al colegio al Manuel Lucero”, cuenta el glorioso.
Los veranos en la pileta y jugar a los autitos, recuerdos imborrables para Rodolfo: “En verano íbamos a la pileta. Nos juntábamos los fines de semana para ir con los chicos. Había una pista de scalextric y jugábamos con los autitos. Abajo de la tribuna sobre Jujuy”, dice el glorioso.
Rodolfo jugó unos años en las inferiores de Instituto: “En Infantiles. Mi viejo tenía un súper conocido en la zona y recuerdo al profe Pasquini. Un señor, gran tipo. Nos cuidaba. Hacía docencia. Yo corría, era rápido. Jugada de siete. Año 1967 y 1968. Tenía un montón de amigos, pero mi viejo levantó el campamento y nos vinimos para Buenos Aires”, narra el abirrojo con una nostalgia que lo invade.
Nada más lindo para un pibe de Inferiores que entrar al Monumental, y verlo colmado por el público glorioso: “De pibe, jugando en Inferiores, íbamos a los amistosos de Instituto como uno contra el campeón argentino Racing. Llegaron con todas sus figuras, y La Gloria le metió un baile (risas), estaba la cancha llena. Y los domingos a los partidos en el estadio. Recuerdo un 4 a 0 a Tallleres, por el campeonato. Jugaba el ‘Tula’ Curioni, que metió tres o los cuatro goles. Luego se fue a Boca. La cancha explotaba”, recuerda Rodolfo.
El Monumental fue creciendo y su aspecto fue cambiando con los años, es algo que alegra a Rodolfo, que también cuenta su experiencia con Kempes: “Nosotros entrábamos a la platea. Atrás de uno de los arcos había una lomada de tierra. Y la tribuna de enfrente era corta. Ha evolucionado un montón la cancha. Teníamos parientes en Bell Ville y en el verano íbamos a los de mis abuelos. Mario tenía un equipazo, nadie quería jugar contra ellos porque los goleaban a todos. Tremendo Kempes, ya de pibito. Eran torneos de Baby Fútbol”, dice el albirrojo.
Extrañando a Instituto, en Buenos Aires, a muchos kilómetros de La Gloria: “Siempre verano de por medio vuelvo a Córdoba. O en Pascuas. Ahora con la pandemia se complicó. La idea es poder, porsupuesto, ver a La Gloria de local. Aquí yo siempre estoy pendiente de Instituto, también voy a verlo cuando juega acá y llevo a mis hijos varones. Tengo cuatro hijos. Estoy con los ojos allá. Acá ando con la camiseta puesta. Y cuando ganamos los harto a todos aquí. Les digo todas las glorias que le hemos dado al fútbol y se quieren matar”, dice Rodolfo.
La opinión del glorioso sobre el básquet: “Creció muchísimo. Lo seguí con San Lorenzo junto a mi cuñado que es hincha de ese equipo. Así que imaginate como nos dábamos en esos partidos tremendos de las finales”, dice Rodolfo.
“Mi sueño es que Instituto siga saliendo a la cancha con esa camiseta. Solamente eso. Que siga siendo Instituto siempre. Si viene un campeonato será de regalo. Mi sueño es que siga saliendo a la cancha con esos colores hermosos todos los fines de semana”. Rodolfo Fleman, un Fanático De La Gloria en Buenos Aires.